
Se esté de acuerdo o no con él, es innegable que es un personaje determinante en la historia reciente de la arquitectura y la restauración.
"No soy un pintor figurativo, no soy un pintor abstracto, no soy un pintor clásico, no soy un pintor moderno. Me importan un rábano la posmodernidad, la ultramodernidad y la retroprogresión. Niego la muerte de la pintura. Me hago preguntas y las intento responder sobre una tela y tensadas en un bastidor. Las cosas artísticas, por otra parte, deben tener algo de sustancia, algo de mágico, de casual o de inexplicable, algo de evidentemente cierto pero imposible de contar de otro modo. Si además, como es el caso, se trata de pintura, ésta tendrá que emanar de lo que le es propio: algo que se llama plasticidad, fuerza, misterio, etcétera que, como todas las cosas que se llaman de muchas maneras, nadie sabe muy bien de qué se trata, pero que se evidencia con rabia al contemplar un buen cuadro en directo. Aspirar a que esto ocurra, tan sólo una vez, es motivo suficiente para dedicar toda una vida a la pintura. De estas cosas no se habla, ni falta que hace, aunque yo por mi carácter todo me lo tenga que explicar."